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Holy Spider

Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia, 2022

Dirección: Ali Abbasi

Guión: Ali Abbasi y Afshin Kamran Bahrami sobre historia de Jonas Wagner. Fotografía: Nadim Carlsen. Música: Martin Dirkov. Producción: Profile Pictures, ONE TWO Films, Nordisk Film Production, Wild Bunch, Why Not Productions, Arte France Cinéma. Elenco: Zar Amir-Ebrahimi, Mehdi Bajestani, Arash Ashtiani , Forouzan Jamshidnejad , Mesbah Taleb , Alice Rahimi, Sara Fazilat, Sina Parvaneh , Nima Akbarpour, Firouz Agheli .

Duración: 117 minutos

Un periodista español definió esta película como “un puñetazo en el estómago” para denunciar la terrible situación de la mujer en Irán. Hasta quienes han tenido que esperar la serie de atrocidades del régimen iraní perpetradas a partir de la muerte en prisión de una joven que cometió el imperdonable pecado de usar incorrectamente el velo para romper el silencio que los protegía de la acusación de “islamofobia”, y están dispuestos hoy a aceptar que algo no funciona, en términos de derechos humanos, con el régimen de los ayatolás, reconocerán que la película resulta particularmente oportuna, pero hay que, rápidamente, hacer a un lado la sospecha de “oportunismo”. Se trata, de hecho, de un proyecto de larga data de su director y colibretista Abbasi y su salida al mercado en estos momentos puede considerarse una (bueno, casi) coincidencia.
Algunos datos previos. Aunque la prostitución sea ilegal en el país, Irán sigue siendo lugar de peregrinaje sexual para los iraquíes. Tan es así que en 2018 el ayatolá Sadeq Amoli Larijani, ante el aumento de este tipo de turismo en la ciudad de Mashhad, prohibió que los medios locales publicaran cualquier tipo de información sobre este fenómeno. Los periodistas que decidan contar estas historias pueden enfrentar penas de cárcel. Históricamente, las mujeres iraníes que se prostituían eran constantemente vejadas, abusadas e incluso asesinadas. Un caso: desde septiembre del año 2000 hasta el 2001, un asesino en serie mató a 16 prostitutas y escandalizó a la sociedad del país. Este suceso llamó la atención del director Abbasi, que todavía vivía en Irán cuando ocurrió. Años después, Abbasi se iría a estudiar a Suecia y, posteriormente, se quedaría a vivir y se nacionalizaría en Dinamarca pero aquella noticia del asesino serial se quedó con él. No era solo el asesinato, sino la forma en la que la sociedad y los medios trataron al asesino. No era un villano, sino un héroe para una gran parte de la sociedad. Había realizado una misión que él propio asesino calificaba como sagrada.
Tras el éxito de su anterior película, Border, Abbasi se empeñó en sacar adelante esta historia que no salía de su cabeza. Esta es también, de alguna forma, un ajuste de cuentas con la sociedad que le vio nacer y con la que sigue teniendo un vínculo, aunque saliera de allí. El resultado es este thriller implacable y tenso, que atrapa a su público en la butaca y no lo suelta. Una película que lo confirma como uno de los grandes cineastas del momento y con una capacidad de construir suspenso único que ha hecho que le comparen con directores como David Fincher (lo que por cierto no es la mejor comparación del mundo, ¿alguien se acuerda de Hitchcock?). Declaradamente, la referencia de Abbasi es empero otro David (Lynch), lo que sugiere que el hombre apunta más alto en términos creativos.

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