Se desata un virus y una escalofriante masacre recorre las calles de Montevideo. Los enfermos se convierten en cazadores y solo calman su fiebre matando a quienes aún no están infectados. Sin darse cuenta de esto, una madre y su hija pasan el día en el club deportivo donde Iris trabaja como guardia de seguridad. Cuando llega la noche, está por comenzar una pelea sin piedad. Su única esperanza de salvación llega cuando descubren que después de cada ataque los infectados parecen tener 32 segundos de paz antes de volver a cargar.
El director Gustavo Hernández vuelve s su género favorito (el terror) que ya cultivara en sus previas La casa muda (2014), Dios local (2016 y No dormirás (2018), y se arriesga a hacerlo con la más recurrida de las variante recientes del género: la película de zombis.
También se las arregla para ser original (la idea de los 32 segundos no ha sido usada antes) y adecuadamente espeluznante cuando le toca serlo. Los aficionados sabrán apreciar la habilidad con que proporciona media docena de sustos, y la agilidad de un relato que fluye sin tropiezos. Hernández sabe que no está haciendo “gran arte”, ni pretende hacerlo. Hace cine de géneros, y lo hace bien. Lo ayuda Paula Silva, que es una actriz a tener en cuenta.
Y se las ha arreglado también para conseguir sus admiradores. En el diario argentino Página 12, Horacio Bernades ha definido a Virus 32 como un “magnífico relato de terror”, agregando que “con acertado criterio, Hernández no pierde ni un segundo en explicar cómo se produjo el virus del título y cómo se transmite." . Su colega y compatriota Santiago García, de Leer Cine, añade que "el encuadre en cada plano y el montaje permite que la película tenga el suspenso y la tensión que tanto cuesta lograr en el cine de esta parte del mundo. 'Virus 32' es una gran película de terror que por momentos recuerda al cine de John Carpenter." En Slash Film, por su arte, Anya Stanley asegura que la película "tiene una mayor comprensión del espacio que la mayoría de sus hermanas del subgénero (...) Los elementos rutinarios del género son errores perdonables en un experiencia técnicamente apasionante" . Bienvenidos al miedo.