Esta película de los hermanos Dardenne se centra en un periodo muy breve de la vida de un joven musulmán, desde el momento en el que germina en él la idea de matar a su profesora, a la que considera impura, hasta el desenlace. El pasado familiar, interpretado por el joven actor no profesional Idir Ben Addi, queda reflejado con apenas unas pinceladas: padre ausente y primo mártir a ojos de la causa yihadista. El entorno actual, una familia como cualquier otra y un colegio que trata de fomentar el conocimiento de la lengua árabe más acá del Corán, en la sociedad del siglo XXI.
Pero lo verdaderamente importante transcurre en el momento actual, la crónica del proceso a través del cual el joven se va radicalizando por culpa del imán del pueblo. Ninguna de las personas que le rodean consiguen hacerle cambiar de parecer. Ni el despertar sexual al que le invita su joven amiga Louise, ni el descubrimiento de las labores en una granja, herramientas que su educador trata de utilizar para sacar al adolescente de su forma de pensar tan radical, ni su propia madre, pese que hace todo lo posible, es capaz de reconducir su situación.
Cuando su imán comprende cuál es el objetivo de Ahmed y trata de enseñarle cierto límite, el joven está completamente fuera de sí y ya será difícil detenerlo. La película trata que el espectador intente comprender como es la disyuntiva a la que se enfrentan las familias musulmanas en las sociedades occidentales, y tiene el buen criterio de evitar la maniqueísmo: no todos sus musulmanes son unos fanáticos (en el mundo real la abrumadora mayoría no lo son), y la profesora elegida como víctima cita el Corán al igual que su potencial asesino. Los Dardenne se esmeran en la elaborada estructura narrativa de su película, con unas elipsis muy efectivas y con un montaje característico. El guion una vez más es fundamental en el desarrollo de una película de los Dardenne. La intriga llega de la mano de una cámara nerviosa, orientada hacia la acción y una dirección sobria pero invisible.