Manuel, de 16 años, vive en un pueblo de la costa argentina. Vive con su madre, su padre, que atraviesa una crisis sentimental, y su hermana Antonia, de 6 años.
Junto a sus mejores amigos forma parte de una banda de rock en la que canalizan sus vivencias. Uno de ellos es Felipe, con quien tiene una fuerte amistad desde muy joven.
Manuel va a la escuela. Tiene una relación con Azul, una relación en la que están compartiendo y explorando con mucha conexión. En este contexto, Manuel descubre algo nuevo e inesperado dentro de sí mismo: una fuerte atracción para Felipe. Un brillo que antes no tenía, y que le hace ver a su amigo con otros ojos.
El director Biasin sostiene que su película “es una mirada a la amistad y al amor, en un momento de la vida en que los impulsos y los cambios son vertiginosos”. Y ha añadido que escribió el guión “intentando explorar un despertar. El instante en que un vínculo aparentemente indestructible se transforma. La búsqueda de un espacio que no tenga la necesidad de ponerle nombre a las pulsiones. El desafío de reconocer el amor en todas sus
formas. Me propuse caminar junto a un protagonista que intenta escuchar su voz interior con terror a equivocarse, a arruinar las cosas más valiosas que tiene. A preguntarse si el deseo no lo está llevando en la dirección equivocada. Y en el cimiento de la historia, la música, como brújula, como guía, como refugio, como la forma de encontrarse con el
aprendizaje”.
Una de las virtudes del film es que no se trata de lo que convencionalmente, y con frecuencia erróneamente, suele definirse como “una película gay”. Es más precisamente una película en la que algunos personajes son gays y es también una película en la que los personajes son complejos, a veces contradictorios, tienen matices. Pablo Scholz en el diario argentino Clarín ha dicho que el director “deja que lo que cuenta sea lo más natural posible. (...) tiene algo del cine de Giorgelli, por su mirada, sus tempos y su necesidad de contar algo que tal vez no sea urgente, pero que para sus protagonistas es siempre necesario”. Diego Curubeto, en Ámbito Financiero, ha afirmado por su parte que “hay dos factores que apuntalan la película, uno es la calidad de todas las actuaciones, pero muy especialmente la del elenco juvenil que logra performances genuinas y creíbles. Y la música, que funciona como un elemento de cohesión”. Diego Brodersen, de Página 12,
coincide básicamente al sostener que “el realizador obtiene del joven reparto performances naturalistas (...) que en gran medida resultan creíbles y frescas. El otro aspecto destacable, y nada menor en la trama y la forma del film, es la música”.
Mariano Biasin nació en Buenos Aires, Argentina, en 1980. Se graduó en la Escuela Profesional de Cine y Artes Audiovisuales de Eliseo Subiela. Dirigió los cortos El inicio de Fabrizio (2015, ganador del Oso de Cristal en la categoría Generation Kplus del Festival
de Berlín) y Área chica, infierno grande (2020, codirigido con Federico Marcello).