Un grupo de mujeres armadas defiende y maneja una refinería de combustible clandestina. El mundo que las rodea parece salido de una película de ciencia ficción postapocalíptica pero es, en realidad, el rabioso presente latiendo en la pantalla. Ganadora de la competencia internacional en la última edición del festival Cinéma du Réel, y premio del jurado en el Festival internacional de Cine de Mar del Plata, la ópera prima como directora de Joana Pimenta (en codirección con Adirley Queirós) se sumerge en los conflictos y contradicciones de nuestra era con punzante lucidez.

La película arranca con un descampado absolutamente desolado que perdurará durante toda la proyección. Paisajes inhóspitos, definitivamente, un escenario perfecto para un drama muy real que vive mucha gente en Brasil, pero con un tinte de ciencia ficción que nos recuerda a films post-apocalípticos al estilo Mad Max. Lo que empieza pareciendo otro documental latinoamericano vira de pronto a una suerte de comedia musical. Las peleadoras mujeres del film gobiernan ese terreno baldío, y montadas en sus motos inventarán una forma política, social y familiar alternativo al oscuro peligro político que las acecha. El grupo deberá transitar momentos duros y sortear obstáculos y conflictos que conducirán la historia su angustiante final.

Las peculiaridades de tono y propuesta audiovisual constituyen una adecuada vía para exponer la cruda realidad de la vida cotidiana de muchos brasileños, en particular mujeres. Aunque el tono remite por momentos a la ciencia ficción, al fondo asoman el Brasil real, la lucha feminista, la marginalidad, la exclusión social, la desigualdad, la injusticia. Los personajes femeninos principales son mujeres decididas, sin escrúpulos y capaces de todo por hacerse valer y defender lo suyo. En su viaje como grupo, su empoderamiento tendrá un lugar muy fuerte, así como sus relaciones con los personajes masculinos.

Toda la propuesta estética insiste en que el escenario se nutre de la absoluta realidad de muchas personas en Brasil y Latinoamérica. De ahí su uso de los paisajes desolados y los descampados, al tiempo que la escenografía y los elementos de utilería recuperan el contexto de las favelas y zonas marginalizadas. En ese entorno bastante familiar para espectadores latinoamericanos subyace el tono documental, pero surgen también las sutilezas que invocan a la ciencia ficción y la comedia. El motivo musical del film, en los momentos en que adquiere relevancia, acompaña de manera acertada a la trama, y logra volverse parte de la atmósfera y de tensión postapocalíptica que Matorral seco en llamas despliega.