El protagonista (Merab Ninidze), profesor ruso universitario de provincia en un campus que ha conocido mejores tiempos, emprende una campaña en redes contra la corrupción del alcalde local. Pronto se encuentra en arresto domiciliario y falsamente acusado de malversación de fondos. La historia es ficticia, pero responde a un acontecimiento real: se trata de los mismos cargos que se hicieron contra el director ruso Kirill Serebrennikov, quien pasó 18 meses bajo arresto domiciliario. De a poco. todas las certezas de la vida del profesor comienzan a esfumarse: colegas que no lo apoyan, vecinos que lo denuncian, corte del suministro de agua.
El rodaje en tiempos de pandemia pueda haber ayudado ala la austeridad de la puesta en escena, reducida en su espacio e impregnada de un carácter casi claustrofóbico. El impacto del encarcelamiento se enfatiza en los ritmos de la película: el período diario de ejercicio sancionado por el estado; la lluvia continua; los interminables cigarrillos que acompañan cada momento de vigilia; el estribillo, repetido por varios personajes, de que "te van a meter en la cárcel".
De a poco, el espíritu desafiante del personaje se va apagando. Una dolencia no diagnosticada es una manifestación física de la creciente tensión a que se ve sometido. Y el trabajo de cámara en un espacio pequeño se convierte en una carta a favor del director German: enfatiza las paredes y las barras que encasillan a los personajes, el desorden adquiere un aspecto opresivo. No es solo el encarcelamiento lo que pasa factura. Todas las certezas del protagonista se desmoronan.
Una carta a favor del film es su elenco. El protagonista Ninidze exhibe una capacidad de comunicación sorprendente, y su pequeña madre (Roza Khairullina) es una de las principales fortalezas de la película. Ella fuma continuamente y lo bombardea con críticas picantes, lo abofetea por salar demasiado la sopa, y comenta despectivamente, que "eres el único que piensa que tienes miedo". Cuando abandona el núcleo de la historia su ausencia se nota. Alguien ha definido al resultado como “una sátira kafkiana sobre el considerable costo de hacer lo correcto”. El director German ganó el León de Plata de Venecia por Paper Soldier en 2008 y sus dos películas anteriores, Under Electric Clouds y Dovlatov, se proyectaron en competencia en Berlín. Un nombre a tener en cuenta.