Es otoño en el Jardín Botánico de Montevideo. Los colores de los árboles están en plena transformación, las esculturas escondidas entre el follaje que se va perdiendo a medida que avanza la estación, son testigos de la narración de esta historia.
Jeannette (48) baila sola en una fiesta. Se va de golpe sin saludar a nadie, sin compañía alguna. A la mañana siguiente, amanece en una casa visiblemente empacada como para una mudanza. Duerme sobre un colchón en el piso del living. Prepara el café, vacía el ropero, pone libros en cajas... Todo en silencio y soledad, hasta que llega María Pía (47), la fletera que Jeannette contrata para la mudanza.
A lo largo de cinco encuentros, se entrelazará entre las dos mujeres una relación de camaradería, solidaridad y complicidad. María Pía la ayudará más allá de la mudanza, acompañándola en el proceso de desprendimiento y ofreciéndole su amistad. Mientras los árboles pierden las hojas, el apartamento de Jeannette se va despojando, no sólo de los objetos, sino también de todas las vivencias de las cuales ha sido testigo. Un ciclo se cumple. Este vacío permitirá que Jeannette deje atrás su pasado y comience una nueva vida en un nuevo hogar.
Detrás de esta película hay otra historia. Todo empezó a través de un intercambio epistolar, cuando el cineasta francés André S. Labarthe y su discípula uruguaya Gabriela Guillermo (Fan, Marat-Sade en el Vilardebó, Una bala para el Che) decidieron realizar una película, específicamente una historia de amor en invierno. Guillermo viajó a Francia y descubrió un Labarthe agonizante, en lo que constituyó su único y último encuentro. El redescubrimiento de París y una persistente admiración por el cine de Eric Rohmer empujó entonces a Guillermo y su colega Irina Raffo a concebir una tetralogía que replicara los “Cuentos de las cuatro estaciones” del maestro francés, con un leve cambio de título: la palabra “cuento” de los originales se convirtió en “historia”, y la pensada tetralogía que comenzó con Historia de verano (2020) llega ahora al otoño y se prolongará en las primaveras e inviernos que vendrán.
El rodaje implicó una amplia dosis de improvisación con intérpretes no profesionales a quienes se les daba instrucciones generales, pero se les concedía una abundante autonomía. La fotografía fue realizada con luz natural, los planos son largos y sin cortes (un rasgo típico de Rohmer, aprendido de su admirado Howard Hawks), las tomas son mayormente únicas. El sonido fue tomado directamente, y todas las locaciones son reales, sin escenificación alguna. No hay extras en la película, sino solamente personas capturadas por la cámara en una situación que transcurre en la realidad misma. Guillermo define su película como “ecológica”, donde nada se descarta y cada plano encuentra su lugar en la narración.

La función del miércoles 11 de agosto contará con la presencia de sus directoras Gabriela Guillermo e Irina Raffo.