El 40 Festival

13 de abril del 2022

Hace 70 años, dos grupos de aficionados al cine discutían, escribían cartas y editoriales contrapuestos, se peleaban y se volvían a reconciliar. Eran los integrantes de Cine Universitario y Cine Club y lo que hacían era fundar la Cinemateca Uruguaya. Finalmente se pusieron de acuerdo: generar un archivo fílmico al que poder recurrir para ver y rever las películas que tanto amaban, era más importante que cualquier diferencia. La primera comisión directiva quedó integrada por Walther Dassori, Manfredo Cikato, Miguel Castro y Ángel de Arteaga por Cine Universitario y José Carlos Álvarez, Antonio Grompone, Eugenio Hintz y Alberto Mántaras Rogé por Cine Club. “Encargada de conservar las películas y gestionar el intercambio y compra de nuevas copias, Cinemateca comenzó a recibir 10 céntimos de la cuota social que cobraban ambas entidades, $1,60, entre una masa de socios que se amplió considerablemente y pronto desbordó sus instalaciones.”

Es realmente notable que, setenta años mas tarde, aquí estemos todavía, preservando una colección de películas -ahora más de veinte mil- para ver y rever. ¿Cuántas generaciones de uruguayos vieron los films clave de la historia del cine en Cinemateca? ¿Qué parte de las historias de tantos socios ocurrieron en nuestras butacas? ¿Cuánta belleza, inteligencia, emoción, sorpresa, a veces indignación, dentro de nuestras salas? ¿Cuánto amor?

Cinemateca atravesó (hasta ahora) 70 años enfrentando todos los desafíos imaginables desde aquel próspero Uruguay de los años ’50 que vendía 19 millones de entradas de cine por año hasta hoy, cuando recién estamos comenzando a salir de una pandemia que cerró las salas de cine y encerró a la gente en sus casas.
Para llegar hasta aquí, atravesando ese azaroso camino, Cinemateca tuvo que tomar muchas decisiones, la primera y más importante de las cuales fue la de exhibir constantemente su patrimonio para formar espectadores críticos y para que la gente, que es quien sostiene a la institución, conociera el valor de lo que está ayudando a guardar. La segunda decisión importante fue que la Cinemateca fuera no solamente un archivo fílmico y una exhibidora, sino un verdadero centro cultural por donde pasara toda la cultura uruguaya. La tercera, fue que la Cinemateca no solamente exhibiera el cine histórico, sino que tuviera una posición respecto al cine actual. Ese posicionarse respecto al cine contemporáneo tiene su punto más alto en el Festival Internacional de Cine.

Ese festival tuvo su primera edición en 1981 y consistía en 16 películas. Hoy, cuarenta años más tarde el festival exhibe 170 y su programación está a la par de la de los grandes festivales del mundo (sin ir más lejos en este festival que comienza en pocos días podrán encontrar la película que se llevó el premio a Mejor Dirección en el Festival de Berlín hace tan solo dos meses o la película que ganó el Oscar a Mejor Película Extranjera hace solo una semana (entre muchas otras excelentes).
Cuando en 2013 se publicó el libro 24 ilusiones por segundo. La historia de Cinemateca Uruguaya, de Carlos María Domínguez, escribíamos en el prólogo: “El libro que tienen entre sus manos es, sin lugar a dudas, una épica. El héroe es todo menos un héroe reticente, se arroja a sus tareas con convicción y valentía, su meta es una y clara y allá va, sin importar qué o quienes queden por el camino. Su periplo es largo y su destino, incierto. Esta es su historia. El futuro, todavía no está escrito”.

Desde que se imprimieron esas líneas hasta hoy, hemos escrito, en conjunto con la sociedad uruguaya y de aquellos que tienen entre sus manos el diseño de políticas públicas, un pequeño tramo de aquel futuro que todavía no se avizoraba. Y, como suele pasarle a Cinemateca, ese futuro fue a veces esplendoroso, a veces incierto y también por momentos trágico. A todos aquellos que nos agarraron de la mano para escribir este futuro y a los que nos la siguen sosteniendo con sus cuotas sociales, sus entradas de cine y sus apoyos y patrocinios, va nuestro más emocionado agradecimiento y saludo. Pero también una advertencia: el futuro, siempre, recién comienza. Esperamos que vengan con nosotros.

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