Cinemateca y Embajada de Francia en Uruguay presentan: Éric Rohmer por TV Ciudad

8 de octubre del 2021

El domingo 3 de octubre, por la pantalla de TV Ciudad, #CinematecaTeAcompaña comienza un ciclo dedicado al cineasta francés Éric Rohmer realizado con el apoyo de la Embajada de Francia en Uruguay. El ciclo tendrá un orden cronológico y estará compuesto por veinte largometrajes que recorren prácticamente toda la carrera de Rohmer, desde su debut, El signo del león, de 1962, hasta Cuento de otoño, de 1998, cierre de sus Cuentos de las Cuatro Estaciones. El ciclo se extenderá a lo largo de cinco meses, todos los domingos, por la pantalla de TV Ciudad.

Tras arrancar con El signo del león, el ciclo continuará con varios de los Cuentos Morales (La coleccionista, La rodilla de Clara, Maud, El amor a la hora de la siesta), sus escasas incursiones en el cine de época (La marquesa de O…, Perceval), la formidable tetralogía de las estaciones y otros ejercicios intimistas y exploraciones de sentimientos como La mujer del aviador y El rayo verde, Las noches de la luna llena o El buen matrimonio, o alguna película relativamente atípica para Rohmer como El árbol, el alcalde y la mediateca. No estará todo Rohmer, pero es una considerable muestra de su obra.

Lenta y firmemente, a través de una carrera que se extendió a lo largo de más de medio siglo y que incluye varias decenas de films y trabajos para la televisión, Éric Rohmer (1920-2010) desarrolló una de las obras más coherentes, personales y (promedialmente) de mayor calidad del cine francés.

Nacido en Bélgica como J.M. Maurice Schérer, que utilizó incluso en sus comienzos como crítico, trabajó en Cahiers du Cinéma y escribió con Claude Chabrol un famoso libro sobre Hitchcock. Mayor en edad que sus colegas de Cahiers (Godard, Chabrol, Truffaut y los otros tenían unos diez años menos que él) saltó al largo junto con casi todos ellos, aunque tardó un poco más en llamar la atención de la crítica, que al principio lo desestimó como "otro de esos intelectuales franceses", no tan diferente de los afortunadamente ya olvidados Pierre Kast, Albicocco o Jacques Doniol-Valcroze.

Con La panadera de Monceau (1962) inició su serie de los Cuentos Morales que también integrarían La carrera de Susana (1963), La coleccionista (1967), Mi noche con Maud (1969), La rodilla de Clara (1970) y El amor a la hora de la siesta (1972). El título genérico de la serie ha podido generar alguna confusión crítica: el propio Rohmer señaló alguna vez que no se refería a la moral sino a las mores (las costumbres, en latín), los usos y maneras de la gente, en especial en el terreno amoroso.

El director definiría esa serie en estos términos: "Mientras el protagonista busca a una mujer, encuentra a otra que acapara su atención, hasta que se tropieza con la primera". Con variantes y retoques, ese esquema reaparecerá en las Comedias y Proverbios (La mujer del aviador, 1980; El buen casamiento, 1982; Pauline en la playa ,1983; Las noches de la luna llena ,1984; El rayo verde, 1985) y en los Cuentos de las Cuatro Estaciones (de primavera, 1990; de invierno, 1991; de verano 1996; de otoño, 1998).

Se ha señalado ya en esos films la persistencia de una actitud filosófica, una fascinación por sentimientos idealizados y mujeres liberadas que ponen en entredicho la seguridad de varones menos maduros que ellas (La coleccionista, Mi noche con Maud, El amor a la hora de la siesta), lo cual desemboca a veces en cierta abstracción metafísica, en consideraciones genéricas sobre la condición humana. Hay en esa zona del cine de Rohmer una tendencia al intelectualismo y abundantes referencias literarias, de Pascal a Rousseau y de Choderlos de Laclos a Proust, que lo llevarían incluso a incursionar en el film de época basado en textos prestigiosos (La marquesa de O..., 1976, sobre von Kleist; Perceval el galés, 1978, sobre Chrétien de Troyes; más cerca La dama y el duque, sobre las memorias de Grace Elliott). Esta última vertiente le permitiría incluso desplegar una notable estilización en la escenografía, con influencias de la pintura romántica en La marquesa de O... e inspiración en las miniaturas medievales en Perceval.

La naturaleza constituye una presencia fuerte en el cine de Rohmer: exteriores hermosamente fotografiados en color (el espléndido blanco y negro de Mi noche con Maud es una excepción) que se integran con o sirven de contraste y comentario a la situación de los personajes, y en los que el transcurrir de las estaciones acompaña el desenvolvimiento de la anécdota. El procedimiento estaba ya en los Cuentos Morales, y condujo muy naturalmente a los Cuentos de las Estaciones.

Con el paso del tiempo, y sin cambiar esencialmente, el cine de Rohmer se fue volviendo menos intelectual, más suelto y espontáneo, con márgenes de improvisación que alcanzaron en El rayo verde una probable culminación. "Es mucho más interesante suscitar lo invisible a partir de lo visible, que intentar inútilmente visualizar lo invisible", sostuvo alguna vez el director. A su juicio, la imagen cinematográfica estaba para mostrar, no para significar; cualquier sentido que se quiera extraer de ella es por añadidura. En una famosa polémica con Pier Paolo Pasolini, Rohmer pudo defender un cine "de prosa" contra el cine" de poesía" reivindicado por el realizador italiano. La diversidad de posturas implica no solamente discrepancias estéticas, sino más profundamente una radical diferencia en la visión del mundo de ambos cineastas. Pasolini consideraba que la realidad era horrible, y que el deber del artista era sublimar su horror mediante la poesía para convertirla en belleza. En cambio, Rohmer creía en la belleza del mundo ("y vio Dios que todo era bueno", aunque después la gente lo estropee, dice la Biblia que el católico Rohmer conocía muy bien), y que su deber era descubrirla mediante la cámara. No era por cierto un ingenuo, sin embargo, y también supo descubrir a menudo el horror, la falibilidad humana, la tragedia que se oculta o florece en medio de la belleza.

PROGRAMACIÓN DE OCTUBRE

domingos a las 22.00 horas

El signo del león

(Le signe du Lion). Francia 1969. Dir: Eric Rohmer. Con Jess Hahn, Van Doude, Michèle Girardon, Stéphane Audran. 102 min.

Esta película se inspira en una historia que le ocurrió entre 1954 y 1955 a Paúl Gégauff en Barcelona. Había dilapidado la herencia de su abuelo y se encontró a mitad del verano en la capital catalana sin dinero. Durante algunos días se convirtió en un vagabundo esperando un dinero que no le llegaba. Un tranche de vie que insinúa, todavía borrosamente, a un gran cineasta en ciernes.

La coleccionista

(La colletioneuse). Francia 1967. Dir: Eric Rohmer. Con Patrick Bauchau, Haydee Politoff, Daniel Pommereulle.82 min.

Un Rohmer que pasó en su momento un tanto desapercibido, quizás porque el cineasta no había encontrado todavía, cabalmente, su propia voz. La perspectiva del tiempo permite verlo sobre todo como un borrador. La promesa en ese momento todavía incumplida de obras mayores.

Mi noche con Maud

(Ma nuit chez Maud). Francia 1969. Dir: Eric Rohmer. Con Jeam Louis Trintignant, Francoise Fabian, Marie-Christine Barrault. 110min.

Joven católico a punto de caer en la tentación (la atractiva librepensadora Fabian) discute a lo largo de una noche su postura moral, cita a Pascal y confronta algunas contradicciones vitales. Un film a la vez distanciado y riguroso, cargado de resonancias éticas y armado sobre un sutil juego de correspondencias.

La rodilla de Clara

(Le genou de Claire). Francia 1970. Dir: Eric Rohmer. Con Jean-Claude Brialy, Laurence Monaghan, Beatrice Romand. 110 min.

Diplomático a punto de casarse experimenta algunas dudas cuando una escritora inquisitiva lo empuja hacia dos adolescentes inquietas. Un juego de inteligencia, deseos esquivados, las turbulencias del amor y del azar.

El amor a la hora de la siesta

(L’amour l’apres midi). Francia 1972. Dir: Eric Rohmer. Con Bernard Verley, Francoise Verley, Daniel Ceccaldi. 85 min.

El último de los Cuentos Morales. Fina, cerebral observación de las incertidumbres de un hombre casado ante la tentación del adulterio. Un esmerado examen de emociones complejas y a menudo contradictorias.

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