39º Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay

8 de diciembre del 2021

Del 4 al 12 de diciembre de 2021 se realizará la trigésimo novena edición del Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay, organizado por Cinemateca Uruguaya con el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura, el INCAU y la Intendencia de Montevideo, así como también de las embajadas de Francia, Italia, Portugal, Suiza y Canadá, además del Instituto Italiano de Cultura, el Institut Français, el Instituto Etxepare y Swiss Films, entre otros organismos e instituciones.

Salas. El festival se exhibirá en las tres salas de Cinemateca (Bartolomé Mitre 1236) y también en la sala B del Auditorio Nelly Goitiño), en la Sala Zitarrosa y el complejo Life 21.
+Cinemateca. Este año, como novedad, el Festival contará con una selección especial de 20 películas para la plataforma de streaming +Cinemateca, llegando por primera vez a todo el país, entre los días 10 y 22 de diciembre.

Esta edición, como ocurrió con la 38º, se celebra en una fecha que no es la habitual del festival y en unas condiciones aún restrictivas debido a la pandemia y a la cautela que la misma impone.

Estas circunstancias extraordinarias tienen como resultado un festival reducido en su tamaño y con escasos visitantes, pero que conserva la rigurosidad curatorial de siempre. El Festival de Cinemateca ha sido y seguirá siendo un lugar de descubrimientos y en eso hemos sido muy consecuentes con el legado de casi cuatro décadas de traer a las pantallas del festival lo mejor del cine mundial.
La programación está compuesta por 107 películas (66 largometrajes y 41 cortometrajes) en las que están representados más de 50 países y se estructura en cinco secciones competitivas, una sección panorámica internacional, una sección temática que reflexiona sobre el fenómeno cinematográfico (Ojo con el cine), una muestra de cine de Derechos Humanos y otra de cortometrajes del País Vasco, además de algunas exhibiciones especiales.

Apertura y clausura

El film que abrirá el festival, el sábado 4 de diciembre, será ZAHORI (Zahori), opera prima coproducida por Suiza, Argentina, Chile y Francia de la directora Mari Alessandrini. La protagonista (Lara Tortosa) es una chica de 13 años que se siente en el lugar y tiempo equivocados. Sufre en el ámbito escolar, donde es víctima del bullying masculino, y el entorno familiar (sus padres, dos ecologistas idealistas de origen suizo-italiano y su pequeño hermano) también le resulta violento y expulsivo. Rebelde, o al menos con crecientes ansias de libertad, la muchacha intentará asumir una identidad de gaucho y encontrará algo de remanso y contención en Nazareno (Santos Curapil), un anciano mapuche que adora a su caballo blanco Zahorí y más tarde sufrirá su desaparición. Operando como una suerte de mentor y guía, Nazareno se convertirá en la figura adulta de referencia, un lugar que los padres de nuestra heroína no han querido o no han sabido ocupar. Ni extranjera ni indígena, ni mujer ni hombre, la protagonista se siente “gaucha”, porque se identifica con la existencia cotidiana de estos solitarios custodios de una tradición ancestral, y la profunda relación que forjan con la naturaleza y los animales. El suyo es un sueño casi loco que la impulsa a mirar hacia adentro, a lo más profundo, a buscar su verdadera identidad; uno que es híbrido, animal y en constante evolución.
No hay más que esos conflictos iniciales en la trama de esta opera prima porque lo que a la directora Mari Alessandrini, también libretista, le interesa sobre todo es retratar la extraña conexión que se establece entre dos personajes igualmente sufridos, pero de generaciones, orígenes, formaciones, etnias y clases sociales diferentes: alguien que se está despidiendo de la vida y una joven que está en busca de su identidad como mujer y su ingreso al mundo adulto. El tercer personaje central (hay varios secundarios) es la geografía y el clima del lugar: las estepas, los vientos, las ancestrales tradiciones de la región. Se ha dicho que era una suerte de western minimalista que invierte sus estructuras y códigos.
Austera y reposada, la película resulta una bella y por momentos sensible por el respeto de la diversidad, la inclusión y los encuentros en las formas y los lugares menos previsibles apuesta, con una cuidada fotografía en pantalla ancha que es uno de sus méritos más visibles. Radicada y formada en Europa, la directora Alessandrini regresó a las áridas estepas de su Patagonia natal para rodar esta su valiosa película.

La noche de clausura, el domingo 12 de diciembre, el festival exhibirá 16 PRIMAVERAS (Seize printemps), de la también debutante Suzanne Lindon, una joven parisina, hija del renombrado actor francés, que con tan solo 15 años escribió la historia de lo que se convertiría su primer largometraje y del que es también a protagonista. Lo que cuenta es la historia semiautobiográfica de Suzanne, una adolescente de 16 años que asiste al instituto y que entre idas y venidas, se fija en Raphaël, un actor de teatro de 35 años al que busca conocer.
La película está contada con una mirada que desprende inocencia y curiosidad, esa que se suele dar en la adolescencia, que puede estar acompañada de las ganas de explorar y descubrir el mundo cuando se siente que todo lo que rodea a una resulta aburrido o que simplemente no se encaja en el entorno. Lindon presenta una historia de enamoramiento tan tierno como emocionante, tanto desde la perspectiva de la chica como de la de Raphaël, quien sorprendentemente conecta con la sensibilidad e inquietud de la muchacha. Entre los dos, se da una atracción romántica desde la inocencia, aunque en el fondo resulte una situación delicada por las edades de ambos. Sin embargo, en todo momento se refleja admiración y respeto, ganas de aprender. El resultado acredita una inesperada solvencia cinematográfica en la novel directora Lindon. La película va más allá de los notorios aciertos de guión y fotografía, y su ritmo, los diálogos y la banda sonora despiertan una expectación a lo imprevisible, con pinceladas que tienen que ver con lo teatral, lo poético y lo musical. La naturalidad de los dos protagonistas es otro apoyo al logro global que es la película. Pequeña gran película, 16 primaveras desprende un auténtico encanto con su relato de un amor inocente y conmovedor.

Volver a las noticias