Martina, interpretada por la excelente Mercedes Morán, es una mujer mayor que vive sola y tiene la compañía de sus amigas interpretadas por Adriana Aizenberg y Cristina Banegas. Solamente la mantiene en pie la esperanza de que algún día encontrará a su nieto, secuestrado durante la dictadura militar, y su situación se vuelve más urgente cuando recibe un diagnóstico de Alzheimer a la par que aparece la posibilidad de encontrar a ese nieto en Brasil.
Rodado en Río de Janeiro, el film reflexiona sobre temas como la memoria, los terribles traumas que ha dejado la dictadura, la pérdida, la vejez, la enfermedad y la proximidad a la muerte. Y lo hace con sensibilidad, sin truculencia ni golpes bajos. Según su directora Faria, lo que le interesó fue una “mirada directa sobre lo cotidiano, su convivencia con el silencio y su equilibrio natural entre drama y humor. Esa forma de narrar, que confía en la fuerza de lo no dicho, siempre me ha interpelado”.
A través de un relato fragmentario donde las piezas se van uniendo hábilmente y donde la información llega al espectador por acumulación, se produce una unión entre forma y fondo, entre qué se cuenta y cómo. Esos vaivenes y fragmentos reconstruyen ante el espectador la mentalidad y la persistencia de la memoria de Martina, su búsqueda de la verdad y sus lazos de sangre. La tenacidad del personaje lleva a un final que es una manera de la justicia poética.
La película ha llamado la atención de los críticos. Ezequiel Boetti, de Otrocines.com ha dicho que “Morán aporta su habitual talento. Lo hace evitando caer en el abismo del golpe bajo y en la explotación lacrimógena de su premisa. Una película si se quiere pequeña, pero hecha con el humanismo como norte”. Para Guillermo Courau, del diario La Nación “la película de Márcia Faria es introspectiva, sensible, construye corriéndose de la linealidad para profundizar en lo humano”. Según Pablo Scholz, del diario Clarín, la película “mantiene un ritmo tranquilo, estable, con los saltos necesarios en los momentos en que la tensión alcanza sus picos, bien suministrados por la dirección de Faria”. En Página 12, Juan Pablo Cinelli elogia que la puesta en escena “no cometa excesos en el tratamiento de temas propensos a eso, como el Alzheimer y los desaparecidos”. También elogia a Morán.
Premio a mejor película latinoamericana en el Bafici. Premio del público en el 43 Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay.