Aunque el cine no llegó a Noruega con la velocidad del rayo, desde finales de la primera década del siglo y en especial durante los años 20, el cine noruego comenzó a aportar lo suyo a la cinematografía mundial. Sin embargo, no fue sino hasta la década de los 60, con la creación del Fondo de Cine Noruego (1968) y la reorganización del Instituto Noruego de Cine, encargado de la memoria fílmica del país, que el cine comenzó a experimentar un mayor vigor.
Hoy día, el Estado se encarga de financiar por lo menos 60 por ciento del costo de cada película, con aportes complementarios de institutos privados o de la televisión. En cuanto a la distribución, cada municipio posee una sala de proyecciones: con un total de 150 municipios y un número equivalente de cines, cada realizador tiene asegurada su cuota de pantalla.
Aunque las salas pertenecen al Estado, tienen la libertad de dar entrada al cine extranjero, y si bien el estadounidense se lleva los honores, también tienen acceso otras cinematografías. Anualmente, en Noruega se producen de 12 a 15 largometrajes. La mitad de la producción de cine se dirige a niños y jóvenes. Como los demás países nórdicos, los noruegos ponen una gran importancia en servir a las generaciones más jóvenes, generalmente con películas que conciernen a la familia y sus conflictos. El presente ciclo incluye dos largometrajes y un significativo número de cortos que ejemplifican esa preocupación por un cine infantil o familiar. Y también, por qué no decirlo, una preocupación por la calidad.
DIR: Arild Frölich / 87 min.
Noruega 2014.
DIR: Rasmus A. Sivertsen / 72 min.
Noruega 2016.
DIR: Directores varios / 56 min.
Noruega, Suecia, Dinamarca 2017.
DIR: Directores varios / 67 min.
Noruega 2017.
DIR: Arend Agthe / 97 min.
Alemania 2015.
Y lo hacen con bastante criterio y una considerable diversidad de miradas. En este ciclo hay una biografía delirante (y talentosa) de Tchaikovsky y un documental sobre Maria Callas, una reflexión sobre la actualidad del neonazismo, un Bresson y un Bergman, y una película de Chantal Ackerman, mujer que valdría la pena conocer mejor desde que la encuesta de cada diez años de la revista Sight & So...
Ver másNo serán sólo funciones sorpresa: serán secretas. Desde el momento en que ingresen en la sala se establece un pacto que impide revelar el título del film que verán. Para los que vayan, ese misterio se resolverá in situ; para los que no, será un enigma eterno.
Lo único que les puedo garantizar es que valdrá la pena descubrir estos films si no los conocen o volver a verlos si ya los han visto.
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