Las polémicas rodearon desde sus comienzos a la figura de Claude Chabrol, quien pudo ser variablemente definido como un caprichoso o un genio, y que a lo largo de medio siglo desarrolló una de las carreras más nutridas, desparejas, pero también personales del cine francés. En primera instancia, saltó a la notoriedad por sus trabajos en Cahiers du Cinéma y con un libro sobre Hitchcock escrito en colaboración con Éric Rohmer publicado en 1957, pero pronto se lanzó a la realización en medio de un amplio movimiento en que mucho joven crítico pudo hacer sus primeras armas como director. Ese movimiento, publicitado como Nouvelle Vague a partir de una frase casi casual de la periodista Françoise Giroud, tuvo en Chabrol, Truffaut, Godard y Resnais a sus cabezas más visibles. Pero en poco tiempo, en medio de las discusiones que suscitaron sus primeros films, (entre quienes defendían la entrega autoral y personal, y quienes combatieron rasgos de artificialidad y quizás de snobismo). Chabrol se deslizó a un cine comercial con rasgos personales donde no le fue muy bien y debió transar con dirigir historietas de espionaje. La línea autoral se retoma en 1968, a diez años de su debut, y continuó con vaivenes hasta casi su muerte en 2010.
Si un defecto tuvo Chabrol fue la frondosidad. La gustaba tanto el cine que aceptaba filmar cualquier cosa, y muchas de sus películas merecen ser olvidadas. Entre esos títulos olvidables no están por cierto los cuatro films valiosos que integran este brevísimo ciclo.
DIR: Claude Chabrol / 110 min.
Francia 1958.
DIR: Claude Chabrol / 112 min.
Francia 1959.
DIR: Claude Chabrol / 105 min.
Francia 1997.
DIR: Claude Chabrol / 110 min.
Francia 1995.