Pequeña historia del cine chileno en 35mm

La historia del cine chileno empieza, como en Uruguay, muy poco después de la primera exhibición pública de los hermanos Lumiére en París: el cine llegó a Santiago en el año 1896, y poco tiempo después comenzaron los primeros intentos de producción nacional por parte del pionero Luis Oddó Osorio, quien en 1897 rodó algunos breves cortometrajes mudos, en blanco y negro y 35mm. De 1902 es la primera película editada completamente en el país, se llamó Ejercicio General del Cuerpo de Bomberos. Tiempo después le seguirán la primera ficción, La baraja de la muerte, y la primera animación, Transmisión del Mando.
Mientras las pantallas se llenaban de cine extranjero, durante el período mudo se produjeron en Chile numerosos documentales y algunas ficciones, la más notoria de las cuales es probablemente El húsar de la muerte (1925), dirigida y protagonizada por Pedro Sienna, sobre la vida del prócer Manuel Rodríguez. La aparición de cortos con temas controversiales como la violencia, la criminalidad o el alcoholismo provocó también la aparición de la Señora Censura.
El sonoro llegó a la producción chilena en 1934 con Norte y Sur, y más adelante hubo otros éxitos como La amarga verdad (1945), El hombre que se llevaron (1946) y La dama de las camelias (1947). El principal pilar de la producción nacional comenzó a ser la empresa Chilefilms, que nació con inversión y respaldo estatal, para luego pasar a manos de capital privado y a la intención de fabricar un cine de exportación, siguiendo el modelo norteamericano. También hubo desde 1927, en Antofagasta, un importante centro de producción que merecería más atención de la que muchos le han dado.
Los turbulento años sesenta, donde la revolución cubana y otras agitaciones políticas animaron el continente, tuvieron también sus efectos en Chile. En 1962 se creó el Festival de Cine de Viña del Mar, que junto con el de La Habana se convirtió en una de las vidrieras del politizado Nuevo Cine Latinoamericano, que abarcaba desde los cubanos Santiago Alvarez o Tomás Guriérrez Alea hasta el Cinema Novo brasileño (Glauber, Nelson), los argentinos Solas, Getino, Birri y otros, incluidos los chilenos Miguel Littín, Aldo Francia o Raúl Ruiz. Son los tiempos de películas como El chacal de Nahuelyoro, Tres tristes tigres o Valparaíso mi amor, y la lista puede alargarse. El golpe de Pinochet en 1973 empujó a mucha de esa gente al exilio Patricio Guzmán debió terminar La batalla de Chile fuera de él, dejando espacio apenas a algún talento como Silvio Caiozzi, que aportó cosas como Julio comienza en julio y haría más tarde La luna en el espejo. Luego de 1990 volvieron al país muchos de los expulsados, aunque Ruiz (ahora llamado Raoul) optó por permanecer más tiempo en Francia.
El nuevo milenio comenzó películas como Taxi para tres (2001), Sexo con amor (2003) y Machuca (2004). De 2011 son Violeta se fue a los cielos y NO de Pablo Larraín, a las que han seguido Gloria de Sebastián Lelio, Una mujer fantástica (2017) y Tarde para morir joven del 2.019. Actualmente, el cine chileno es activo y de elevada calidad profesional, presenta un ambiente donde convergen técnicos, especialistas, guionistas, actores y directores de reconocida trayectoria y éxito. El presente ciclo, que reúne un puñado de películas valiosas rodadas en los últimos sesenta años es una buena prueba de ello.

Tres tristes tigres

DIR: Raúl Ruiz / 100 min.

Chile 1968.

El chacal de Nahueltoro

DIR: Miguel Littín / 90 min.

Chile 1969.

La luna en el espejo

DIR: Silvio Caiozzi / 70 min.

Chile 1985.

Machuca

DIR: Andrés Wood / 120 min.

Chile, España 2004.

Violeta se fue a los cielos

DIR: Andrés Wood / 110 min.

Chile, Argentina, Francia 2011.

La noche de enfrente

DIR: Raul Ruiz / 112 min.

Chile 2012.