Estados Unidos, 2001
Dirección: Wes Anderson
Guión: Wes Anderson, Owen Wilson. Fotografia: Robert D. Yeoman. Música: Mark Mothersbaugh. Producción: Touchstone Pictures, American Empirical Pictures. Elenco: Gene Hackman, Anjelica Huston, Ben Stiller. Luke Eilso, Gwyneth Paltrow, Owen Wilson.
Duración: 108 minutos
Royal Tenenbaum (Gene Hackman) y su mujer Etheline (Anjelica Huston), tras tener tres hijos, Chas (Ben Stiller), Richie (Luke Wilson) y Margot (Gwyneth Paltrow), se han separado. Chas, que trabaja en el sector inmobiliario, parecía tener un don innato para las finanzas internacionales. Margot fue dramaturga y obtuvo una beca Braverman de 50.000 dólares cuando aún estaba en el instituto. Richie fue campeón junior de tenis y ganó los campeonatos de Estados Unidos tres años consecutivos. Pero todos los brillantes recuerdos de los jóvenes Tenenbaum quedan repentinamente borrados por dos décadas de traiciones, fracasos y decepciones de las que consideran que su padre es el principal responsable.
El director y guionista Wes Anderson aplica la manera de un forense con un sentido del humor seco y esquinado y un gusto exquisito y barroco por la recreación de ambientes para mostrar las miserias de una familia sui generis que en el fondo es una metáfora acerca de cualquier familia. A través de lo concreto la película llega a lo universal mediante un halo esperpéntico y distanciado que transmite su verdadera intención: arañar con su sátira el velo cotidiano y cercano de la “normalidad” de la que suelen hacer gala generalmente todos los núcleos familiares de cualquier parte del globo. En la entrelinea hay un canto a la anormalidad bien entendida, es decir una exaltación de la diferencia y de la originalidad en su versión más grotesca e hilarante.
Anderson dibuja a una familia que, a pesar de ser verdaderos genios, son incapaces de desarrollar sus capacidades y aprender a disfrutar de la vida. La falta de comunicación, las envidias filiales, el amor no correspondido, las decepciones y las mentiras que siempre se descubren, son el eje principal de esta comedia dramática; con situaciones y diálogos tan surrealistas como su estética, que sumerge a su espectador como por una puerta abierta al universo Anderson, un universo personal que se puede diferenciar por esos encantadores planos a cámara lenta siempre acompañados de un clásico de los Kinks, los Beatles, los primeros Rolling o la Velvet Underground.
Estéticamente la película aparece cuidada en todos sus detalles, incluida la paleta cromática en la que predominan los colores cálidos. Y corresponde llamar la atención igualmente sobre el vestuario de los hijos, que refleja en parte los problemas emocionales por los que pasan. En el caso de Margot por ejemplo, es llamativo que usa la misma estética desde pequeña, como si viviera anclada en su infancia, Richie con su estilo de tenista descuidado refleja su declive como deportista y Chas con su equipo deportivo rojo revela su inquietud por la salud desde que perdió a su mujer en un accidente y siempre hace deporte. Los planos son frontales, alejando al espectador de la historia, otorgando a la película un estilo muy característico y artificioso. También recurre bastante al plano cenital a la simetría más perfecta, o a la cámara lenta en momentos tan icónicos como el encuentro entre los hermanos Richie y Margot. Hay que reconocer sin embargo, que Anderson es uno de esos directores a los que se toma o se deja, sin medias tintas. Muchos creemos que vale la pena tomarlo.
Todo comienza con un libro al que una mano le pone un sello para préstamo en alguna biblioteca próxima de la casa en la que vivieron los que supieron separarse, nunca divorciarse. Aún ama a los hijos y a la que es madre de a ratos. Lo explica un excéntrico con el nombre de Gene Hackman, frente a sus tres hijos, y la banda de sonido una vez que comienza lo hace cada vez mejor, combina las cancio...