Japón, 1991
Dirección: Isao Takahata
Guion: Isoa Takahata. Fotografia: Yoichi Kuroda. Música: Masaru Hoichi. Producción: Hayao Miyazaki, para Studio Ghibli.
Duración: 118 minutos
Adaptación de un manga de Hotaru Okamoto y Yuko Tone, esta animación de los estudios Ghibli cuenta la historia de Taeko Okajima, una joven de 27 años que trabaja en unas oficinas de Tokyo, pero cuyo corazón ha estado desde pequeña en el campo. La película sigue a Taeko mientras viaja a la zona rural de Yamagata y, a través de sus recuerdos de la escuela y su vida infantil, reflexiona sobre su presente como mujer adulta. Allí se dispone a pasar sus vacaciones, junto a la familia del marido de su hermana, quienes manejan una pequeña granja de flores benibana. Durante este período de descanso, recuerdos intensos de su niñez la asaltarán continuamente, llevándola a preguntarse si realmente está llevando su vida por el camino que ella misma habría querido antaño.
Contra lo que suele ser habitual en las producciones de Ghibli, esta excelente película evita los vuelos de la fantasía o la aventura para narrar un drama cotidiano y sentido (hay que recordar que el director Takahata es también el autor de la dramática La tumba de las luciérnagas). Uno de los puntos fuertes de la historia radica en su manejo de los tiempos. Cada uno de los flashbacks protagonizados por la pequeña Taeko es una pequeña extensión de la historia y de las inquietudes que acechan a la Taeko adulta. La desilusión, el miedo a decepcionar, la inhibición de las inquietudes creativas, el deseo de un lugar al que volver... Situaciones aparentemente poco relevantes para el desarrollo de la protagonista son tratados con una llamativa carga simbólica y el mensaje es claro: vivir según las expectativas de los demás convierte a la gente en una sombra de quien realmente quiere ser, viviendo una ilusión de conformidad que un simple recuerdo puede hundir, obligándote a cuestionarte muchas cosas. Por esa vía Takahata logra un relato conmovedor y entrañable, con buena puntería psicológica.
En lo estético corresponde destacar la muy acertada banda sonora (que incluye un motivo recurrente de Europa oriental muy apropiado para las escenas de vida campesina), y un estilo visual donde es todo un logro el esfuerzo puesto en las facciones de los personajes (algo bastante inusual dentro de la animación japonesa) durante las secuencias protagonizadas por la Taeko adulta, en comparación con el estilo pictórico de las secuencias que se desarrollan en el pasado (mucho más tradicional). De esa manera enriquece el contraste entre pasado y presente.